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dilluns, 30 d’abril del 2018

INQUISICIÓ. FRAY TOMÁS DE SAN VICENTE










L'arxiu Archivo Histórico Nacional conseva cinc documents que relacionen la Inquisició i la vila de Nules:

- Información genealógica de Francisca Casaus (1723)
- Información genealógica de Miguel Dalp y María Teresa Sanz, su mujer. (1820)
- Patiño, Eugenia (segle XVIII)
- San Vicente, Fray Tomás de  (1786)
- Título de lugarteniente de alguacil del Santo Oficio en Nules a favor de Bartolomé Martí (1565)


Ens fixem en el document de l'any 1786 contra un frare carmelità del convent de Nules:

El Inqr. Fiscal de Valencia contra Thomàs de S. Vicente, presbro, confessor y religioso carmelita descalzo, en su convento de la Villa de Nules, preso en carceles secretas del tribunal de Valencia por delitos de solicitante y mala doctrina; formalitzada esta causa en virtud de espontanea del reo y de las testificaciones que sobrevinieron y calificado en plenario de sospechoso de vehementi [1] viene votado en definitiva dQ estando en forma de penitente,[2] en la sala del tribunal, a Puerta cerrada, prestes. los Ministros del Secreto y 18 confesores, los 6 seculares y los 12 regulares, seis de estos de su Relign. Y entre ellos el Prelado, se le lea su sentencia con meritos abjure de vehementi, sea absuelto del cautelam,[3] gravemente advertido, reprehendido y commindo. con otras cosas.
 Tubo principio por la compareciencia personal, q. hizo el Reo en el Tribunl. , en 26 de octubre del año pasado de 1786, enqe. havdo. Pedido Audiencia, dixo lo havia executado, pa. Denunciar al Tribunal, como exerciendo el ministerio de confessor en la Villa de Artana, como unos quatro años atras, en el acto de la confn. aconsejó a varias penitentas, à saber à Thomasa Mechò, doncella, sobrina del Vicario de aquella Villa, à Ynes Sales, doncella, tambien de la misma Villa, y à Maria Villalva, Magdalena Abad, Manuela Villalva, de estado casadas, vecinas tambien de dha. Villa qe. pd. mortificarse, è imitar a Jesuchisto en el padecer, se disciplinasen una à otra mutumte. en las espaldas, y avajo; y qe. se dejaran caer una à otra algunas gotas de cera en los Pechos, y muslos, cuio consejo las dio con la condicion de qe. si tenian algun reparo, ó escrupulo no lo practicasen y aunqe. ha repetido assi el consejo como la condin. varias veces, no puede acotar quantas sean, ni tampoco se acuerda qe. a la referida Thomasa Mechò la mandase la practica de la mortificacn. expressada, ni qe. haviendo esta expresado una vez qe. tenia reparo en hacerlo, callò el denunciante, aunqe. sabe qe. ella lo siente assí; Que por entonces nada mas se le presentava a la memòria, digno de exponerse al Sto. Tribunl. que si se le ocurriesse en adelante lo declarara con la misma ingenuídad, conqe. havia echo esta confés.
En 3 de Novbre. del año pasado de 1786 se recibio en el tribunal una carta de este reo por la ql. añade qe. un dia dixo a todos persones, si tenian mucho mal,y temiendo no hicieran un desatino, qe. tubieran mucho qe. curar, qe. les dixo, veamos esse mal si se puede y qe. lo vio, però qe. esto no fue en la confession, ni con respecto à ella, ni en dia de confesn.; pro. qe. con todo por si tocava al Sto. Oficio, se sugetaba a el: cuia carta reconocio en 8 del mismo mes de Novre. en debida forma, y en qto. a su contenido dixo qe. unos quatro años hace se fue à confessar con el una doncella, la ql. haviendole manifestado por una parte los deseos de padecer por Dios, y por otra el miedo qe. la causava el tomar la disciplina sola y à obscuras, la aconsejò qe. se juntasse con otra doncella, y se disciplinessin mutuamte., prebiniendolas qe. si conocian algun peligro no lo hiciesen, y qe. en el caso de tomarla fuesse con toda honestidad; qe. igualment las aconsejó qe. por el mismo motibo de padecer mas por Dios, se echassen una a la otra gotas de cera de una vela en los pechos, y en los muslos bien arriba, pa. qe. no caire la cera en donde havian de hacer asiento las cadenillas o cilicio, y assí evitan algun daño mayor; qe. todo esto fue intra confesionem en la Iga. de la Villa de Artana. Que algunos dias desps. de este consejo, estando pa. restituirse à su combento, y recelandose qe. las referidas doncellas hiciessen algun desatino, qe. tuviessen mucho qe. curar les dixo extra confesionem, le ensenasen, si se podia el mal, y lo vio. Que tiene presente haverse echo monstrar las nalgas, però unicamte. la parte lesa, y por un solo instante, qe. de ningun modo puede assegurar haverse echo ensenyar los pechos, ni los muslos por haver pasado tanto tiempo, y qe. à acordarse lo depondria igualmte. qe. lo demas, Y si acaso vio los pechos, fues in qe. se quitasen los panuelos, y solo apretandolos, lo qe. vastaba pa. descubrir el mal. Qe. dhas. Doncellas se llamaban Tomasa Mechò, Ynes Saler, ambas de exemplar vida, y qe. frecuentan los sacramtos.
En 16 del mismo mes de Novre. del año proxmo. de 1786, se recibió en el tribunal otra carta de este reo, por la qe. dice qe. haviendo reflexionado, se acuerda qe. una vez teniendo muchos deseos de padecer por Christo, le dixo à Ynes Sales, si tendria reparo ni peligro de darle una disciplina con unas puntas de Hierro, qe. le dio un poco, y le parece qe. le salio vastante sangre; qe. tambien la dixo le aplicara algunas veces unos instrumtos. de mortificacn., como son unas tenazas de Hierro con sus dientes, los qe. le aplico algunas veces a los pechos, y a la parte posterior con gran dolor; y pidiendole ella al denunciante muchas veces qe. ella tambien queria padecer se lo aplico a la parte posterior solo una vez, y no sabe si lo aplico tambien al pecho però qe. todo ello era fuera de la confsn., sin haberse ablado en la confesn., pq. solo fue por padecer sin otro motivo; y qe. si al Tribunl. le parece, manifetara qto. le ocurra de toda su vida, pq. no hace animo de ocultar nada de lo qe. ha faltado aunqe. con buena intencn., y suplica al Tribunl. le mire con ojos de Piedad, y con benignidad el honor del Sto. Habito y de aql. combento de carmelites descalços de la Villa de Nules, p. qe. daba palabra de portarse de otra manera por mas deseos qe. tubiesse de padecer por Christo; qe. si le ocurriesse otra cosa, lo manifestara luego; y con efecto por medio de una posdata dice qe. viendo un dia una Imagen de un Ecce homo, le vino un deseo de padecer por el Señor, y pasando en casa de Ynes Sales, la dixo viendola sola, si tenia animo pa. darle una disciplina de sangre con la fuerza qe. pudiesse, aqe. Le respondió q. tenia compasn. (compasión), aqe. le replicó qe. si no tenia peligro alguno, qe. no se detubiesse, aunqe. le arrancasse la carne, con lo qe. consintio, y se la dio en las nalgas con disciplines rodeadas de un silicio, y por consigte. sembradas de puntas de hierro; qe. seguidamte. la dixo le aplicasse a la parte herida de la disciplina una especie de tenaza con dientes de hierro, qe. prendidas causan mucho dolor, lo qe. le hizo aquella vez, y otras quatro o cinco en los pechos, y pidiendole ella al deponente qe. se las aplicasse a las nalgas pa. padecer por Dios, lo hizo solo una vez, pro. fue sin ver cosa, ni parte alguna indecente; qe. tambien le parece se las aplico una vez o dos a los pechos, però sin quitarse el pañuelo, ni abrirlo por medio, sino apartandolo un poco por el lado; Que todo lo dicho fues sin respeto à confesn., ni se ablò ni ahun se pensò en el confesonario; cuia carta y posdata reconoció en debida forma en 29 de Novre. del mismo año pasdo. del 1786, se recibio en el tribunl. otra carta, por la qe. dice qe. haviendose retirado à tener unos exercicios y ha hacer una confesn. Gral., hacia preste. al tribunl. varias cosas por si tocaban a su conocimto., y haviendose librado por el Tribunal la comisn, correspondiente al cura Parroco de la Villa de Nules, donde estaba de combentual, prebiniendo mandasse al reo explicar por menor qto. indica en su carta, con expresn. De los tiempos en qe. ocurrieron los lances qe. acota,qtos. fueron, y con qe. personas, poniendo con separacn. y claridad los qe. tubieron orign. de la confesn.; en su cumplimto., en el 17 de Enero reconocio su carta y explica con mayor extensn. su contenido en la forma sgte. -Que como unos ocho o diez años hà se hallaba en la Villa de Artana XY. f. 19 vto. en 26 del mes de Octubre del año pasado de 1786, fue quando se presentò el reo en el tribunl. y empezò a delatarse; y en 30 del mismo se recibio en el tribunl. una carta del Rector o Parroco de la Villa de Nules, en qe. dice qe. los dias pasados se le havia presentado una muger, qe. le confesò le havia causado remordimimto. en su conciencia lo qe. practico con ella un confessor, desp. de haberla ordenado ciertas penitencias, qe. el confessor la ordeno se disciplinase, y por habersela figurado qe. la tiraban de la ropa, entrò en miedo de practicar esta penitencia à solas, y aconsejò ottro confessor qe. la practicasse con otra Doncella, (a qe. se agregò desps. tambien una casada) y qe. pa. mas mortificarse se disciplinasen una desps. de otra, unos dias en las nalgs., y los viernes en las espaldas, y assi lo practicaron, mirandose la una à la otra; luego pasò el confessor à ordenarlas qe. se echasen unas gotas de cera ardiendo en los pechos, también una a la otra, y qe. se las echasen igualmte. En los muslos y bien arriba y lo practicaron: de esto se siguio el preguntar ottro confessor a la penitente fuera del confesonario, si la tal cera la hacia mucho daño, y qe. lo queria ver, como en efecto lo vio (permitiendolo assi la deponente por el voto de ovediencia qe. la hizo hacer el confessor) tanto en los pechos como en los muslos, en cuia ocasn. la decia, se lebantasse la ropa mas arriva: todo lo qe. practicò igualmte., con la otra doncella; qe. pareciendole, y à sugetos timortos. Con quienes lo ha consultado qe. debe delatarse al tal confessor, ha intimado esta obligacn. a la penitenta; la qe. por no saber escribir, le ha encargado lo haga à su nombre; como lo executa por medio de esta carta; qe. la doncella se llama Thomasa Mechò nral. de aqlla. Villa de Nules y qe. actualmte. estaba en casa del Vicario de la de Artana, en cuia Yglesia parroql. Fueron sus confesiones con ottro confessor, cosa de quatro o cinco años atras, qe. el confessor se llama f. Thomas de Sn. Vicente carmelita descalzo, combentual en aql. de Nules, qn. bà a confessar a la referida Villa de Artana la mayor parte del año.
En 31 de octre. Del mismo año se mandò por el Tribunl. librar la comision correspondiente al parroco de la Villa de Nules, pa. qe. ppor ante una persona Ecca. de su satisfaccn. Recibiese su declaracn., como lo executò en 13 del sgte. mes de Nobiembre, a Thomàs Mecho, de estado honesto, nral. de la Villa de Artana, de edad de 24 años, la qe. reconocio la carta antecedente, diciendo qe. era la misma qe. encargó al parroco denunciase en su nombre al Sto. Oficio; y qe. en qto. a su contenido, y lo qe. pasò a la declarte, en qe. haviendola ordenado intra confesionem f. 49.
En la ratificacn. Ad perpetuam añadio qe. en cierta ocasn., acia las Navidades, ponderando el confessor, asi à ella, como a Ynes de Sales la humildad de Nro. Sor. Jesuchristo, se arrodillò a los pies de las dos, y se los besò.








Lista de los testigos qe. deponen esta causa.

Años                                            1a. Declarn.   2da.       3ra.

 24  Thomasa Mechò                     f. 06
 28  Ynes Sales                                 09
 25  Carmela Vilar                             12
 31  Manuela Villalva                         14
 43  Magdalena Abad                        16
        Carta de Antonia Mechò            22
 20  Declaracn. De la misma             24
        Carta de Maria Mechò              20
 22  Declaracn. De la misma             27


 Nula doctrinal
Caplos. 10 y 17   acta testigo 3º



[1] Sentència del tribunal de la Inquisició quan no es podia comprovar un delicte però hi havia molts indicis.
[2] Els que es presentaven davant del tribunal de la Inquisició solien portar la gramalleta.
[3] Absoldre amb cautelam, en un judici eclesiàstic, vol dir absoldre quan no tenen certesa que hagi comès un delicte














Gràcies a l'aportació de Nelo Vilar podem completar el tema:

Al procés contra Fra Tomàs de Sant Vicent li dedica un extens capítol Albert Todrà i Vilardell al llibre 'Per la reixeta. Sol·licitació sexual en confessió davant la Inquisició de València (1651-1819)', publicat per la Universitat de València en 2017 a partir dels fons de l’Arxiu Històric de la Universitat. Albert ens va donar permís per publicar el capítol i fins i tot ens va escriure una introducció a l'Artanapèdia: 

Un cas de sadomasoquisme confessional a l’Artana del segle XVIII
Actualitzat dimecres 27 de desembre de 2017
Sens dubte la que es conta ací és una de les històries més colpidores ocorregudes mai al nostre poble. 230 anys després dels fets, en arriben detallades informacions sobre activitats de sadomasoquisme confessional en l’Artana de finals del segle XVIII. En una població menuda, beata i levítica (productora de monjos, monges i capellans) com era Artana, un frare de Nules i una colla de fins a 11 dones joves, sis fadrines i cinc casades, cometeren durant deu anys tot tipus d’excessos entre el sadomasoquisme penitencial i l’excitació sexual. Ens ho proporciona Albert Todrà i Vilardell al llibre Per la reixeta. Sol·licitació sexual en confessió davant la Inquisició de València (1651-1819), publicat per la Universitat de València en 2017 a partir dels fons de l’Arxiu Històric d’esta institució acadèmica.
Durant uns deu anys, Fra Tomàs de Sant Vicent, monjo carmelita del convent de Nules, fent ús de la seua autoritat en el sagrament de la confessió, introdueix un grup de dones en pràctiques penitencials com l’ús de cilicis i deixuplines, flagel·lacions, frecs amb ortigues, escaldat de pits, cuixes i vulves amb cera, tocaments, humiliacions, dominació, coprofàgia (ingestió d’orina i excrements), escopinades en cara i boca, voyeurisme, llepades en anus i anques, etc.; pràctiques habituals en l’obra del Marqués de Sade, que curiosament escrivia els seus llibres en aquell mateix moment. La sumària s’inicia l’any 1786 i durarà dos anys.
Totes les dones implicades vivien a Artana. Tret de les germanes Mechó, el cognom de les quals associem a Nules, la resta d’implicades porta cognoms molt coneguts, i ben bé poden ser avantpassats nostres: Sales, Villalba, Abat, Vilar, Martí, Bainat o Casanova. Seguint l’ordre de les seues declaracions, les implicades foren:
Tomasa Mechó, fadrina de 24 anys; la seua germana Antonia, soltera; i una altra germana, Maria, de 22 anys
Agnés Sales, fadrina de 28 anys.
Maria Villalba, dita “la Santa”, casada, de 32 anys, que sabia llegir i liderava el grup de dones.
Magdalena Abat, casada de 43 anys.
Carmela Vilar (o Villar), casada de 25 anys.
Manela Villalba, casada de 31 anys.
Cecília Martí, casada, de 51 anys, tia de Carmela, que pareix haver animat al grup a fer la denúncia.
Peregrina Baynat, soltera i filla del mestre i organista d’Artana, de 19 anys, que entra de seguida de monja al convent de les clarisses de la Santa Faç, a Alacant.
Sor Maria Gertrudis Casanova, que es va fer monja de la Puríssima Concepció d’Onda, de 24 anys. Maria rebé deixuplines des dels 15 anys.
Intentem imaginar les situacions: a les declaracions es parla de golfes fosques (per no veure’s els cossos nus) i corrals on es produïen els fets, amagats del veïnat. Imaginem les moradures i les ferides produïdes per cilicis, estenalles amb dents, deixuplines, cera ardent o ortigues. Com les explicarien als marits durant tots aquells anys? Les declaracions i ratificacions es van produir durant dos anys, en secret perquè no s’assabentaren les famílies o el veïnat. Una part es va realitzar a l’ermita de Santa Cristina l’hivern de 1786-87; les dones haurien de buscar una excusa per pujar a l’ermita a fer les seues declaracions.
Com era l’Artana de finals del segle XVIII? Sabem que es trobava en plena expansió: s’acabaven de construir l’Ermita, el Calvari i la Capella del Cor de Jesús (datada en 1757), i llauradors artanencs compraven terra a Artana i a la Plana. Antoni-Josep de Cavanilles, que passa per Artana cap a 1790, conta que ja hi ha 600 veïns i confirma el progrés del poble, en una part important gràcies a la indústria de l’espart. Les dones implicades en este afer serien de famílies de xicotets llauradors, analfabetes que passarien la major part del seu temps fent llata i que amb dificultat trobarien moments per a les mortificacions. I segurament els seus homes serien llauradors o treballadors de la terra que passarien les llargues jornades treballant, sovint arribassant les muntanyes per plantar vinya, olivars, garroferals i moreres, per a la important indústria de la seda. El poble es reduïa aleshores als barris del Pardinal, el Cristo i els voltants de l’església. A les cases convivien vàries generacions i no seria fàcil quedar-se assoles, lluny de la vista de majors i menuts. Els confessors tenien suficient poder i confiança per fer la migdiada o fins i tot per quedar-se a dormir a les cases dels seus fidels. La vida social es desenvolupava al voltant de l’església, i els capellans posseïen una autoritat quasi absoluta. Algunes de les dones implicades en este cas pareixen tindre certa complicitat amb Fra Tomàs (especialment Maria Villalba, “la Santa”), altres possiblement ho visqueren com un malson difícil d’evitar. La família que podia donava un fill o una filla a l’església; el clergat era aleshores ignorant, les monges a penes sabien llegir, els capellans estudiaven poc i el monjos, els veritables protagonistes de les sol·licitacions, tenien grans dèficits afectius, com explica Toldrà i Vilardell.
Amb les declaracions dels processos inquisitorial fetes per denunciants i acusats, l’autor ens parla de les aproximacions lúbriques fetes des del confessionari; dels contactes, les fornicacions, el fetitxisme i els sacrilegis comesos, de les violències i el sadomasoquisme, especialment sobre dones, de vegades sobre xiquetes. En el cas d’Artana van ser deu anys d’abusos extrems. Ens hem preguntat per la repercussió que fets tan excessius tindrien en la població, jutjats a més a més pel Sant Ofici -tot i la seua tradicional discreció en els procediments. Una hipòtesi podria ser que alguns dels nombrosos relats sobre la bruixeria que existien en la nostra zona inclogueren els rumors i les llegendes encetades per este tipus de fets: les reunions de dones que es despullaven, “s’untaven” i cometien tot tipus d’excessos tant rituals com sensuals. Malauradament no pareix haver cap tipus de memòria sobre el tema.
El cas de Fra Tomàs no és l’únic que es jutja en eixe moment al nostre poble: curiosament per mediació d’este mateix frare es produeix la denúncia de Mariana Vilar, casada, que en 1780 denuncia al seu parent fra Agustí Soriano per sol·licitar-la a “tener cópula con ella”.
Agraïm a l’autor, Albert Todrà i Vilardell, el text d’introducció a la sol·licitació sexual i el permís per a reproduir el text sobre el cas d’Artana (que apareix al seu llibre com a Annex II). Animem a tothom a llegir Per la reixeta, per entendre esta realitat (parlem de més d’un miler de cassos processats) que segurament només és la punta d’un iceberg que va canviar la seua naturalesa però que no ha desaparegut en absolut, com veiem a diari en la premsa internacional.
En conèixer esta realitat, menor que la de les heretgies o la crema de bruixes però igualment despietada, no podem deixar de pensar en com s’ha mantingut o com s’ha transformat la situació d’abusos per part dels membres de l’Església catòlica. En l’actualitat l’escàndol ha passat a l’àmbit de la infància, molt més desemparada, i sovint s’ha centrat en els xiquets i no en les xiquetes. A Artana hem recollit testimonis directes i fiables d’abusos des d’abans de la Guerra civil i fins a finals dels anys 80, tots ells resolts amb total impunitat per als capellans. En estos cassos s’ha vist com continuava existint la “sol·licitació”, els abusos en la confessió i també, per exemple, el que l’autor del llibre anomena “voyeurisme mental”, en què el confessor demana tot tipus de detalls escabrosos. Estos fets no han tingut la resposta judicial necessària, i algun dia hauran de ser tractats obertament, per pura salut pública del poble.
Ací podeu llegir en PDF la introducció d’Albert Toldrà, redactada expressament per Artanapèdia: Introducció. Fra Tomàs
I ací l’Annex en PDF amb el relat precís dels fets, a partir del procés inquisitorial: Fra Tomàs de Sant Vicent

2. La sol·licitació: una introducció al cas de fra Tomàs de Sant Vicent Albert Toldrà Què és la sol·licitació, la sollicitatio ad turpia in confessione? És l’ús de la confessió per part del sacerdot per seduir o abusar sexualment de les penitents. És històricament una realitat massiva, tot i que cuidadosament amagada. Un delicte definit pel concili de Trento (abans era simplement un trencament del celibat eclesiàstic) com un terrible crim contra el sagrament de la confessió. I des de l’any 1559 la Inquisició n’obté la jurisdicció exclusiva per als territoris de la monarquia hispànica, una parcel·la de poder que suposa la intromissió del sant Ofici dins de l’Església. Les denúncies per sol·licitació generalment són tramitades per l’actual confessor de la víctima, que en rebre una confessio d’haver patit sol·licitació té l’obligació d’informar la penitent que ha de denunciar-la a la Inquisició, i no pot ser absolta fins aleshores; després s’interroga “en forma” la denunciant, mitjançant un comissari local i sota la consigna de discreció, amb informes sobre la credibilitat i moralitat de la dona. Quan el presumpte sol·licitador és detingut, se’l tanca en un convent o, si el delicte és molt greu, com en el cas de fra Tomàs, a les presons secretes del sant Ofici. La sol·licitació freqüentment va acompayada de doctrina “errónea”, quan el confessor convenç la penitent que el que li proposa no és pecat, o que pot absoldre-la ell mateix, afirmacions herètiques que per als inquisidors són més greus que la pròpia sol·licitació. La condemna sol consistir en reclusió fins a un any en un convent, humiliacions rituals i penitències, i la privació perpètua de confessar. La sol·licitació comporta quasi sempre una certa dosi de brutalitat, i de vegades fins i tot de violència física, tot i que no és freqüent que s’arribe a la violació. La dona víctima de la sol·licitació és jove o molt jove i de classe baixa – és a dir, la més vulnerable-, i amb independència del seu estat: casades, fadrines, vídues, monges, totes són sol·licitades. El tret més cridaner n’és la submissió, en la societat rotundament patriarcal i jerarquitzada de l’Antic Règim. Una submissió complementada amb la por i la dificultat per a la dona per a dur a terme una denúncia contra un sacerdot sense patir la revenja del propi sacerdot, violències del seu propi pare o marit, o el bandejament social. 2 El sol·licitador és un sacerdot, un home madur –la llicència episcopal per a confessar teòricament es lliura als quaranta anys-, d’origen social mig o baix. Sol ser monjo: els sacerdots seculars, integrats en la societat local, no necessiten recórrer a la confessió per a satisfer les seues passions, mentre que els monjos com fra Tomàs, tancats als convents i desarrelats pels continus desplaçaments, sense mitjans econòmics, troben al confessionari l’única via d’accès a la dona. L’orde amb més sol·licitadors processats és el dels franciscans, l’orde més nombrós al País Valencià. L’exigència de la castedat dels religiosos, i en especial dels monjos, la repressió de les pulsions sexuals, els genera una forta tensió que canalitzen com poden; alguns d’ells esdevenen autèntics obsessos o malalts. En la religiosistat cristiana subjau un rotund menyspreu pel cos, unit a una afecció per totes les formes de mortificació física: vigílies, deju 3 del confessor. La segona part de la flagel·lació és seguir l’evolució de les ferides i la seua cura, que suposa diverses noves contemplacions i tocaments de la carn femenina. En aquestes relacions no sol haver penetracions ni genitalitat; es tracta d’una barreja malaltissa de sado-masoquisme místic, en què es busca el dolor penitencial, simultàniament unit a una evident excitació sexual i un joc de dominació i submissió. El masoquisme hi és present en el fet de rebre el càstig, però també en l’obediència absoluta de la dona al confessor; també trobem sàdics que disfruten fent mal, amb la crueltat i la humiliació, que tenen com a justificació véncer l’orgull de la penitenta i posar a prova la seua santa obediència, especialment en el cas de les monges. Evidentment, alguns sol·licitadors empraran la flagel·lació com a excusa per a acostaments eròtics; d’altres, en canvi, com a expressió de la seua autoritat brutal. I probablement en cada cas hi ha variables proporcions de tot això. El cas de fra Tomàs de Sant Vicent, monjo carmelita, és hiperbòlic, però singular: no es tracta de l’habitual sacerdot que empra la confessió per a aconseguir uns acostament eròtics a les seues víctimes, ni de l’autoritari brutal que disfruta amb la violència. És un cas complex, del qual cadascú en traurà les seues conclusions: hi ha un evident element sexual en totes les penitències, barrejat amb un sadomasoquisme malaltís, és clar, però alhora un misticisme penitencial diguem-ne pertorbat, i una enteresa sorprenent, que fra Tomàs mostra en ésser processat: a diferència de la immensa majoria dels sol·licitadors, aquest monjo resisteix imperturbable la seua detenció i interrogatoris, fins i tot manté la convicció que s’està cometent una injustícia contra ell. Tota aquesta sexualitat morbosa i aquests abusos que ens arriben a través de la reixeta del confessionari, ocorreguts fa segles, avui conserven un caràcter “potent”: encara ara, al s. XXI, ens afecten, ens provoquen diverses reaccions: indignació, curiositat morbosa, fàstic, rialles i pena, tot plegat. I això que el sadomasoquisme avui ha esdevingut una mena de moda, d’objecte de consum, banalitzat i “promocionat” per pel·lícules com ara 50 ombres de Grey. Però aquests documents, a banda de la curiositat, tenen un enorme valor en la nostra història, en la història del que som, tant si ens agrada com si no. I també ens permeten de fer una justícia històrica a algunes (són la punta de 4 l’iceberg) de les dones que foren víctimes de la sol·licitació, en fer públics uns abusos que el poder va tenir molt d’interés en amagar.


Per la reixeta. Sol·licitació sexual en confessió davant la Inquisició de València (1651-1819). Publicacions de la Universitat de València, 2017. Albert Toldrà i Vilardell Annex II. Fra Tomàs de Sant Vicent (p.202-215). El darrer procés —tan memorable, si més no, com l’anterior— és el de fra Tomàs de Sant Vicent,1 monjo carmelita del convent de Nules, confessor destacat a la parròquia d’Artana, on viuen totes les dones implicades. La sumària s’inicia l’any 1786 amb la denúncia que presenta mossèn Doménec Galindo, rector de Nules, en nom de Tomasa Mechó. La dona descriu certes penitències imposades per fra Tomàs: que s’assote mútuament amb una altra fadrina, que es llance gotes de cera als pits i a les cuixes. Com veiem, els fets denunciats constitueixen un cas de flagel·lació. I quin cas. Interrogada pel comissari, Tomasa Mechó, soltera de vint-i-quatre anys, declara que fra Tomàs comença per fer-li fer un vot d’obediència, i a continuació li mana, en confessió, que s’aplique deixuplines; després, li recomana que amb Agnès Sales se disciplinasen mutuamente una después de otra, unos días en las nalgas y los viernes en las espaldas, y así lo practicaron, mirándose la una a la otra. Després, els ordena que se echaran unas gotas de cera de una vela ardiendo en los pechos, también la una a la otra, descubriéndose todos los pechos, y que se havían de poner cinco gotas en reverencia de las cinco Llagas de Jesucristo en ellos y también en los muslos, y que en este lance lebantasen la ropa bien arriba, con el fin de que quanto más arriba más se padecería y se evitaría el que caiese la cera en donde debía estar el cilicio de los muslos. També li mana que en reverencia de quando arrastraban a Nuestro Señor de los cavellos, se tirase ella también de los cavellos de sus partes, pero que nunca lo hizo, aunque callaba, por parecerle esto mui mal. A casa de Tomasa, fra Tomàs li pregunta per les ferides, el mal que le causó la disciplina de las nalgas, y que le pidió se le enseñara... y que teniendo reparo la declarante de enseñar la parte, el mismo Confesor le levantó la ropa para verle, y que le vio. No sols el cul: també vol que li mostre el mal que la cera hacía en los muslos, y que la declarante lebantó la ropa, pero que le dijo dicho Confesor que la lebantase más, y que áun la aiudó con su misma mano, lo que le parece a la declarante fue más de una vez. I als pits, le hizo enseñar el mal de los pechos más de una vez... y que él mismo lebantaba el pañuelo... y que le tocó los pechos con su mano. Estant ella malalta i visitada pel monjo, le puso la mano en los pechos, y que resistiéndose la declarante, le dijo que más ganaría con la 1 AUV, Varia 64/1. obediencia que si aiunase a pan y agua. A la parella de Tomasa i Agnès s’afegia ocasionalment una altra dona, Maria Villalba. La següent interrogada és Agnès Sales, soltera de vint-i-vuit anys, la qual conta el mateix: el vot d’obediència, les gotes de cera als pits i a les cuixes, mútuament amb Tomasa; també a ella le vio dicho confesor... el mal de la cera en los pechos, i també el mal de las disciplinas en las nalgas... levantándose la declarante la ropa. Tot plegat per espai de tres anys; s’hi afegien a les sessions penitencials, a més de Maria Villalba, Magdalena Abad, Carmela Villar i Manela Villalba, con el fin de tomar la disciplina mutuamente, unas veces todas juntas, otros sólo se hallaban dos. D’aquestes és interrogada Carmela, casada, de vint-i-cinc anys, que confirma les sessions col·lectives de gotes de cera i deixuplina, exercitándola la una con la otra en las nalgas, viéndose las carnes siempre... asistiendo unas veces dos, otras veces tres de las arriba dichas. Després Manela Villalba, casada, de trenta-un anys. Explica també la penitència de la cera, amb Maria, per ordre del confessor: se pusiesen las dos mutuamente gotas de cera ardiendo en los muslos, i la deixuplina en grup: se juntó con la referida María Magdalena e Ynés, y también con Carmela Vilar... tomándola con ellas mutuamente, una después de otra, y estando juntas, unas veces solas dos, otras tres de las dichas, pero más comúnmente lo hacía con la referida Villalba... unas veces en las espaldas, otras en las nalgas. I Magdalena Abad, casada, de quaranta-tres anys. Declara que ella mateixa havia demanat llicència a fra Tomàs per a tomar la disciplina de mano de otra y se lo permitió, cosa que fa amb les esmentades. També, diu, demana permís para ponerse gotas de cera ardiendo en los muslos, y que se la concedió, en compañía de las enunciadas. Acaba aquesta primera tanda amb els afegits d’Agnès Sales en la seua ratificació, que palesen que en la primera declaració havia amagat els fets més escabrosos: per quatre voltes, diu, fra Tomàs li havia manat que ella le diese una disciplina en las nalgas, en su misma casa, y que... le vio sus carnes... Que la declarante tenía un yerro con una especie de ganchos que se prendían de las carnes, causando mucha mortificación, y que el referido Confesor, acabada dicha disciplina, la mandó se lo aplicase en la parte donde huviere más mal. Que en otra ocasión se lo puso el mencionado Padre Thomás a la declarante por su propria mano en los pechos. Que otra vez propuso a la misma declarante que, si quería, le daría él a ella una diciplina, pero no tubo efecto. Que otra vez, en la cocina de casa de María Villalba, hizo que tomasen las dos la disciplina mutuamente en las nalgas, presenciando el acto, y con bastante luz. Que en otra ocasión, preguntando dicho Confesor a la declarante si tenía el cilicio de los muslos mui apretado, le metió la mano por debajo la ropa, y se lo tocó. Al desembre del mateix any, el 1786, té lloc la segona ronda de declaracions; comencen les dues germanes de Tomasa Mechó, la primera declarant. En primer lloc, Antònia, soltera, que mitjançant el confessor mossèn Josep Antoni Sainz, prevere de Nules, denuncia a la Inquisició fra Tomàs de Sant Vicent per ciertos excesos. En confessió, el carmelita li aconsella que se disciplinase en los muslos y en sus partes secretiores. Li lliura cera para que, derretida, se dejase caer gotas de ella en los pechos, muslos y a los lados de sus partes secretiores, preguntándole después si havía caído alguna gota dentro de dichas partes. Que le preguntó si tenía mucho mal en las referidas partes. Que le preguntó si se miraba sus partes, y si se las tocaba. Li deia que quan seguera per treballar, se metiese la mano por vajo el debantal y se tirase de los cavellos de sus partes secretiores i que se pusiese un cilicio vajo las ancas. Que se disciplinase en los pechos, que quasi en ninguna confesión la daba lugar a confesar sus defectos, interrumpiéndola con preguntas sobre dichas penitencias: en dónde se havía disciplinado. ...Que en las referidas preguntas mostraba dicho Confesor complacencia i gusto particular en tratar de estas cosas. Un dia, conta Antònia, li demana fra Tomàs si porta cilici i després de confessar la fa seure en una capella, desabrocharse y quitarse allí mismo el cilicio de la cintura. I fora de la confessió, el monjo, en casa d’Antònia, la hizo enseñar el daño de la cera en los pechos, y reusándolo la denunciante, la dijo: —Pues, qué reparo tienes, si soy tu padre? Que otra vez la preguntó si tenía mucho mal en sus partes secretiores, y metiéndole la mano por vajo del debantal, le iba tocando sus partes secretiores, aunque por sobre la camisa, y le preguntaba si allí donde ponía la mano tenía mucho mal. Que le parece la hizo una vez enseñar el daño de la cera en los muslos, pero ignora quien de los dos lebantó la ropa para ello. Que le preguntó dicho Confesor si quando se ponía la cera en sus partes secretiores sentía en ellas movimiento o alteración. A continuació, el mateix sacerdot presenta la denúncia en nom de la tercera germana Mechó, Maria, de vint-i-dos anys. En confessió, fra Tomàs li havia recomanat amb insistència que se echase gotas de cera cerca de sus partes secretiores, para mortificarse, y que también lo hiciese en los pechos, i li donava la cera a l’efecte; que se disciplinase en los muslos por delante. Que le preguntó muchas veces si tenía mucho mal en las partes referidas... Que le preguntó muchas veces si se tocaba sus partes secretiores, y si se hallaba bañada quando se despertaba. Que entonces, le repetía, se pusiese gotas de cera en sus partes secretiores. Que le preguntó si tenía mucho mal de la disciplina en las ancas. ...Que si havía ampollas de la cera en las partes secretiores o en los pechos y muslos, no se las tocase. I fora de la confessió, el carmelita li havia demanat si en la parte propinqua a la secretior, donde se ponía la cera, había cavellos. Una volta, estant ella malalta, la visita, i preguntándola si tenía mucho mal de la disciplina, la puso la mano por vajo la ropa para verlo, y le parece a la denunciante que le tocó las nalgas. Que le vio y tocó alguna vez los pechos, para ver el daño de la cera... la hizo lebantar la ropa y le puso dicho Padre el cilicio en los muslos... Que la hizo le enseñase las nalgas, para ver el daño de la disciplina. Que le parece la hizo igualmente enseñar el daño de la cera en las partes secretiores. Vénen a continuació els interrogatoris en forma, davant comissari; Maria repeteix les mateixes coses: si se tocaba sus partes, si tenía mobimientos en ellas i si se hallaba bañada. ...Que diciendo la Denunciante con rubor que se hallaba bañada... la dijo: —Qué reparo tienes, pues soy tu Padre?... si en la parte donde se ponía la cera tenía cavellos. I el que ja hem vist: amb l’excusa de fer un seguiment de les ferides, li fa mostrar-li de tant en tant pits, cul, i enseñar el daño de la cera en sus partes secretiores. Després, en la ratificació, Maria afegeix que un dia, mirant pel forat del pany, va veure que su hermana Thomasa Mechó e Ynés Sales... se estaban disciplinando mutuamente. A la declaració en forma, Antònia afegeix al que ja havia denunciat que, fora de la confessió, la puso con su propia mano en uno de los pechos un yerro o tenazas a modo de mordazas. Però tot això no és res. Comença ara, al gener del 1787, la tercera tanda, amb la segona declaració de Manela Villalba; mossèn Josep Simó, rector d’Artana, denuncia en el seu nom als inquisidors que ella Dice que por dos veces dio dos disciplinas al sugeto delatado, por su mandato... Que le mandaba llevar un jubón con cadenas de hierro. Que muchas veces se disciplinava en compañía de María Villalba, asta derramar sangre, y estando del todo desnudas. També diu Manela ara que tot això no ha durat quatre anys, com havia declarat, sinó nou o deu. El mateix dia i per mà del mateix rector, Carmela Villar fa la seua segona declaració, on afegeix tot allò que por turbación, dice, se le olvidó. Com Manela, dio dos disciplinas al sugeto delatado, que le puso unas gotas de cera un poco más arriba de las rodillas, por mandato suio. Que el sugeto delatado le lavó los pies el miércoles Santo, dos años solos, en compañía de María Villalba, y que después se los besó, diciendo que assí lo hacía Christo con sus Apóstoles. Que le mandó que llevasse dentro del jubón cadenas de hierro. Molt poc després, mossèn Josep Antoni Sainz presenta la tercera versió —en què explica els afegits de la ratificació— d’Agnès Sales: hizo que la denunciante y una compañera suia (de quien no tomé el nombre) se cerrasen en un quarto varias veces, y que enteramente desnudas se disciplinasen mutuamente. Que esto fue a obscuras, excepto una sola vez, que tubieron la luz de un candil para ver dónde se pegaban. Que estando en cierta ocasión dicho Fray Thomás en casa de la denunciante, la sentó sobre sus rodillas... la dijo otra vez: —Yo no tendría escrúpulo de poner los morros en donde tú te disciplinas. ...se labó dicho Confesor las manos antes de comer, y aunque la deponente tenía en su mano la toalla para enjugarse, la dejó y echó mano de las saias o enaguas de la denunciante... levantándolas lo que era necesario para enjugarse. ...por consejo del mismo Confesor se puso gotas de cera en las partes secretiores. Agnès diu que el carmelita li feia fer vots de castedat, pobresa i obediència. I apareix per fi l’«estrella» de la colla sadomasoquista, Maria Villalba, vulgo la Santa, esmentada en diverses declaracions però que fins ara no havia obert la boca, que farà la declaració més colpidora d’aquest procés i d’aquest llibre. La transcriu l’astorat mossèn Doménec Galindo, rector de Nules, que rep simultàniament la visita de Maria, Magdalena Abat, Carmela Villar i Manela Villalba, les quals, diu mossèn Doménec, se han presentado ante mí en estos días pasados, confessando lo que entonces ocultaron, i pidiéndome lo hiciesse patente a esse Santo Tribunal. La primera a declarar és Maria Villalba, casada, trenta-dos anys, la cap de la colla. Confessa que dues voltes, i davant Manela, disciplinó al dicho Religioso, altres dues voltes, davant Magdalena, i una davant Carmela. Que una vez dicho religioso le lavó los pies, i otra vez a esta i a Carmela. Que una vez estas dos le hecharon a él cera en los muslos. Que esta, sola, le ha disciplinado a él unas treinta o trenta i cinco veces en las nalgas, i en las espaldas unas cinco veces, y que él a esta unas tres o quatro veces. Que esta le refregó a él las carnes con hortigas. Que esta le curó el mal de la disciplina a él, seis o siete veces, con orines proprios. Que ella misma le tiró a él quince o veinte veces de los pelos debaxo los hombros, y de los pelos de sus partes pudendas, doce o veinte veces, y él a esta una vez llegó con su mano a los pelos de esta para hacer lo mismo con ella. Que ella misma le escupió en la boca veinte o veinte i cinco veces. Que le dio también de bofetones doce veces. Que ella le apretaba los pechos con una cadenilla todas las veces que dormía en su casa, que avrán sido trenta o trenta i cinco veces. Que ella se meó, i aún excrementó dos o tres veces en la boca de él. Que él a esta la lamió con su lengua por entre los muslos, por detrás, dos veces. Que cosa de unos quatro o cinco años casi siempre se juntaban ia tres, ia quatro de las dichas, i se disciplinaban mutuamente, algunas veces desnudas del todo... Que esta misma ha hechado la cera a otra... en sus partes tres veces. Que ella misma le aplicó a él un hierro, como unas tenazas, en sus carnes, más de treinta y cinco veces, y él a esta una vez. Quina cara se li degué quedar a mossèn Doménec en sentir-ho, i als inquisidors en llegir-ho. Magdalena, després, conta com fra Tomàs li recomanava que se hechasse cera dentro de sus partes pudendas, i que en efecto se la hechó dos o tres veces. Que algunas veces a tomado disciplina de mano del mismo Religioso, i que ella también se las ha dado a él. Que este religioso las havía permitido o mandado a ella i las otras sobredichas, hacerse desnudas del todo i disciplinarse assí mutuamente. Tocaments a les natges, cuixes i pits amb l’excusa dels cilicis; una vez le aplicó él a esta unas tenazas de hierro a los muslos. Que una vez le besó él a esta los pies. Finalment diu que no havia contat anteriorment la veritat perquè fra Tomàs li havia encomanat el secret de les penitències. Manela Villalba confessa que per dues voltes dio dos disciplinas al referido Religioso, por su mandato... Que muchas veces se disciplinava esta con la referida María estando desnudas del todo; al final al·lega perturbación y olvido en les altres declaracions. Carmela Villar confessa també haver propinat dos disciplinas al carmelita, Que le puso unas gotas de cera un poco más arriba de las rodillas por mandato suio. Que él le lavó a esta los pies en miércoles santo en dos años en compañía de María Villalba, y que después se los besó. A continuació Tomasa Mechó es presenta davant mossèn Doménec per declarar el que mancava, por no havérsele ocurrido al tiempo de su declaración. Fra Tomàs li recomanava que ella i Agnès Sales se hechassen mutuamente cera ardiendo en sus partes pudendas, bien que sólo lo practicaron una vez, porque a esta le causaba esto horror i escrúpulo. Estant ella malalta i havent anat a visitar-la el monjo, la tocó los pechos. I finalment conta com, en virtud del voto de obediencia que el dicho Padre mandó o aconsejó a esta hiciese, le havía de pedir licencia para todo, hasta para mudarse la camisa, lo qual parecía mui mal a esta. Declara novament Agnès Sales —quarta versió. Relata les penitències: per cinc anys s’havia deixuplinat mútuament amb Maria Villalba, quasi cada dia, amb un detallat pla setmanal: los miércoles y viernes en las espaldas, desnudas de medio arriba, y el resto de días en la parte inferior y con luz quasi siempre... se veían las carnes. ...María Villaba y la declarante se despojaron enteramente de sus vestidos tres o quatro veces en casa de dicha María, y se disciplinaron mutuamente. En una ocasió Maria havia manat a Agnès que saliese al corral y le daría una disciplina, que lo hizo, y se puso para ello enteramente desnuda, con luz, pues era de día, y en casa de dicha María. També a indicació de Maria, que deia que li manava fra Tomàs que se discipinasen las dos mutuamente por los muslos y toda la parte anterior, teniendo atadas las manos adelante, como hicieron con Jesuchristo, que condescendió la declarante, una o dos veces, en casa de la misma María. La parella sadomasoquista s’eixampla: durant els cinc anys que diu Agnès que duraven les penitències, s’hi afegiren, per consell de fra Tomàs, Manela, Magdalena i Carmela, y se disciplinaban mutuamente. Una volta el confessor fa que Agnès tubiese a cuestas a la mencionada Manuela, para que otra la diese una disciplina en la parte inferior... esto fue con luz. També se l’havia posat fra Tomàs asseguda sobre els seus genolls; conta l’episodi en què el monjo s’eixugà les mans als enagos. També Maria Villalba, per ordre del confessor, li havia posat gotas de cera a la declarante en sus partes, cortándole antes con unas tixeras los cabellos de ellas, para que así se sintiese y padeciese más. Y que la declarante lo consintió dos veces, no quiso consentir en más veces por ser intolerable el tormento, aunque la invitaba la otra, porque se lo decía el Confesor. Que aunque caiese dentro de las partes alguna gota, no importaba. En confessió, fra Tomàs demanava a Agnès si tenía alteración en las partes, y si se hallaba bañada; que li havia fet fer vot de castedat, pobresa i obediència; que l’havia feta dormir algunes voltes amb una camisa d’ell; alguna volta, a l’hivern, assegut ell al foc, manava a Agnès que se lebantase la ropa y calentase las nalgas al fuego en su presencia. I finalment, que el carmelita havia contemplat la deixuplina col·lectiva: estándose disciplinando las cinco referidas y del modo ya expuesto, subió dicho confesor dos o tres veces, y sentándose al fin de la escala, de donde lo veía todo, las decía que apretasen la mano. A continuació és interrogada en forma Maria, pel comissari Josep Antoni Sainz. Declara que les mortificacions havien durat deu anys fins que s’assabentaren que el Santo Tribunal entendia en este asumpto. Fra Tomàs els havia manat a totes que, si les interrogaven, no digueren res de les penitències, que només parlaren de la confessió. Maria conta les deixuplines, poniéndose desnudas enteramente, amb Manela, Magdalena, Agnès, Carmela i una tal Peregrina, i de vegades, per ordre de fra Tomàs, en las partes secretiores, con la advertencia de que, aunque diesen algún disciplinazo dentro de las mismas partes, no importaba, porque se sentiría más. També la penitència mútua de la cera a les cuixes, pits i sexe; com que Agnès deia que no arribava a la carn a causa dels pèls, el carmelita havia manat que hiciese lugar, esquilando la parte. En acabant les deixuplines, habitualment tomaban manojos de ortigas, con que se disciplinaban y refregaban la parte posterior (las nalgas) con ellas. Que algunas veces llebaba dicho confesor a la declarante un ramo de ortigas, para que se las pusiese en los pechos. Que en aquel tiempo la dijo (sólo se acuerda de una vez) también que se pusiese las ortigas en sus partes secretiores, y se sentiría más. També s’havien aplicat mútuament, per consell de fra Tomàs, unas tenacitas de ierro en los pechos. Fra Tomàs els havia ensenyat la manera correcta de prendre la deixuplina: tomó a cuestas a Manuela, y aprentándola las manos a su cuello, les dijo: —Así se an de sujetar quando tomen las disciplina, para que no se escapen. No sols entre elles, també ella, successivament amb Manela, Magdalena i Carmela, disciplinaron a dicho confesor dos veces en la parte inferior, estando echado en la cama para tomar la siesta. Maria, en concret, estima que ha flagel·lat fra Tomàs entre cinquanta i cinquanta-cinc vegades, unes voltes a l’esquena, altres por la avertura del Hábito, volviéndola a la parte posterior; la majoria «seques» (sense sang), però entre deu i dotze de les quals fueron de sangre en la parte inferior; en una ocasió, ella l’havia assotat estando enteramente desnudo, excepto la parte anterior, que la tenía cubierta, que se la dio por todo el cuerpo, y que las más de dichas disciplinas fueron con luz, y en casa de la declarante. Quan fra Tomàs es gitava per fer la migdiada a sa casa, Maria li aplicava un cilici al pit. En fi, nombroses vegades, el confessor feia que Maria le escupiese en la voca, o que le diese de bofetadas, o que le tirase de los cavellos de sus partes secretiores, estando acostado; també li feia que la dona le pusiese las tenacitas de yerro con dientes en medio de las nalgas, estando acostado del modo dicho; le parece a la declarante que veía las carnes, i de pas hizo que la declarante le tirase de los cavellos de en medio de las nalgas. També l’havia obligada que le escupiera en medio de las dos nalgas, pero fue tirando la saliva con la mano, que li apretàs el cilici en las nalgas, con las dos manos, que le azotase con las dos manos en la parte inferior y con luz, i també que le disciplinase con ortigas en las nalgas, muslos y piernas. Una volta li havia manat que li posés en la parte inferior, después de la disciplina de sangre, sal y vinagre. Per guarir les ferides de la deixuplina, fra Tomàs fa que Maria li aplique a la parte inferior con orines, poniéndolas en la parte la declarante con su mano. Estant ell malalt de terciana, hizo que la declarante se orinase en la voca de él, porque le havían dicho era bueno para la terciana (así se explicó); esto lo hizo la declarante tres veces; la una de ellas, diciéndole la declarante que no tenía más ganas de orinar (porque le pareció poco), la respondió dicho Confesor estas palabras: -Si no uno, otro, y que entonces la declarante hizo caer algo de excremento. Que las dos veces con poca luz, pero la otra con luz. No sols això: una vegada el carmelita lamió a la declarante por medio de las dos nalgas, diciéndole: —Esto, para que veas que no tengo ningún escrúpulo de tí. Fra Tomàs també aplicava deixuplines a Maria: li posava en medio de las dos nalgas las tenacitas de yerro con dientes. També assots, deixuplina seca en la parte inferior. També escenes en grup: a Maria i Agnès las mandó el citado Confesor alzar las saias, e hizo (le parece) la acción de pegarlas con la correa; altres voltes, els feia que se pegasen la una a la otra en la parte inferior... con luz y de modo que dicho Confesor podía ver las carnes de la declarante e Ynés. Fins a tal punt les tenia ensinistrades que feia que Maria se levantase las faldas con sólo el ademán de pegarla con las disciplinas, que estaban solos en la cocina de la declarante y podía dicho Confesor, si quería, ver todas las nalgas a la declarante, por haver luz. També s’eixugava les mans abans de dinar lebantándola las saias y enaguas a Maria. I també a ella li havia manat que se calentase al fuego las nalgas descubiertas. Els petons als peus de Maria, sin labárselos, y hacía que la declarante se los besase también a él. I asseure-se-la en sus brazos. Una volta, lebantando dicho Confesor la ropa a la declarante, la hizo la acción de tirarla de los cavellos de sus partes secretiores, pero que no llegó a hacerlo, aunque las tocó. I més morbós encara, hizo este Confesor que le guardasen la sangre de la disciplina la declarante y la Carmela (le parece era esta), diciéndolas que la quería beber (le parece) o unirla con la suia, y que no lo hicieron aunque la recogieron. Sembla que això li agradava, perquè una vez, después de tomar la declarante disciplina de sangre, la dijo el Confesor que no tenía escrúpulo de lamerla las nalgas, y que lo hizo. Després declara Manela davant el comissari Sainz. El mateix: Magdalena, Maria i ella, cerradas en un quarto, se despojaban enteramente de sus bestidos a un tiempo las tres, y se disciplinaban mutuamente por todo el cuerpo; els fregaments amb ortigues i la cera a les cuixes, també mútuament, així com l’aplicació una a l’altra de unas mordazas o tenazas con dientes de hierro en los pechos. Ella i Maria, per ordre de fra Tomàs, li havien propinat disciplinas secas en la parte inferior y subcesivamente. També Manela havia apretat el cilici pectoral del monjo, que havia fet que ella le salivase en la voca; i també a ella la besó los pies una o dos veces. Que una vez la dijo el mismo Confesor: -Lebántate que te quiero pegar. I acaba deixant ben clar el paper que hi jugava Maria en tot plegat, com a vicària del confessor: Que todas las referidas mortificaciones las dirigía María Villalba, quien juzga la declarante tenía orden del confesor para ello. Li toca a continuació a Magdalena fer la declaració en forma. Havia assotat fra Tomàs en la parte inferior, i ell a ella li havia també aplicat dos disciplinas secas en la parte inferior. Que ella també li havia premut el cilici del pit con las dos manos, i ell a ella. Que li havia manat posar-se gotes de cera en sus partes secretiores y en los muslos. Que en les sessions en grup, Magdalena, Maria i Agnès es donaven mútuament disciplna general por todo el cuerpo, de vegades de sang. Dues voltes el carmelita la metió la mano por vajo la ropa... y le tocó los cilicios de los muslos. Una volta li va dir: Veamos esas ancas cómo están, y metiéndole la mano por vajo la ropa, se las tocó para ver el mal de la disciplina. Que se l’asseia sobre sus rodillas. Tomasa torna a declarar davant mossèn Sainz, però no afegeix res de nou. I Carmela, que s’exclama del règim d’obediència i sadomasoquisme a què era sotmesa: se hallaba tan oprimida la declarante con preceptos y amenazas. Però mai no va gosar parlar-ne ni confessar-se amb altre sacerdot. Carmela també havia assotat fra Tomàs, davant de Maria; totes dues li havien posat cera a les cuixes, i llavors ell li va manar que le escupiese en la voca. Que ell els havia rentat i besat els peus, a ella i a Maria. Que, estando la declarante dando de comer a los gusanos de la seda, la metió el mismo confesor la mano diferentes veces por vajo la ropa y la tocó los cilicios de los muslos, para ver si estaban apretados. També en una ocasió ell li va veure las nalgas, para obserbar el daño de la disciplina de sangre. Que, en confessar a fra Tomàs que havía cumplido con la obligación del débito coniugal, ell li havia manat que se disciplinase en sus partes secretiores. En la deixuplina en grup, s’aplicaven la de sang en la parte inferior; després s’hi posaven ortigues, con las que dicha María fregó los pechos descubiertos a la declarante. En una altra ocasió, Maria puso a la declarante en los pechos unas tenacitas con dientes, i en una altra, també Maria dio a la declarante una disciplina general en todo el cuerpo, sin exceptuar la parte anterior, enteramente desnuda. Carmela també recalca la direcció de Maria en l’afer: todo por disposición de dicha María Villalba, a quien en todo obedecían las demás, porque sabían que el Confesor lo quería así, y de lo contrario que las castigase. La disciplina sadomasoquista del grup sota l’autoritat de fra Tomàs i la seua representant Maria Villalba era perfecta: Que quando alguna de las referidas faltaba en alguna cosa, verbigracia no tener agua bendita en la Pila de su casa i ir fuera sin licencia del confesor, hacía dicho confesor que las demás le diesen una disciplina en las partes inferiores, y que fuese fuerte, haciendo algunas veces que una de las otras la tubiese a cuestas, como la declarante lo hizo una vez con Madalena Abad. En la tanda de ratificacions, feta per discreció a l’ermita de Santa Cristina d'Artana, el comissari Josep Antoni Sainz rep novament la declaració de Manela Villalba, que afegeix al que té dit que ella i Maria Villalba, a casa d’aquesta, estant fra Tomàs gitat per dormir la migdiada, hizo que dicha María y la declarante le diesen de bofetadas. Carmela Vilar conta Que la dijo el confesor fuese todos los días si podía a tomar disciplina a casa de María Villalba. Magdalena Abat afegeix alguns detalls: que una volta li havia mostrat fra Tomàs las nalgas para que viese el mal que le havía echo otra (no puede decir quién), con una disciplina de sangre, y la dijo: Mira cómo me a puesto. També revela com funcionava el mecanisme de la delegació en Maria d’aquestes penitències: muchas veces no le decía el dicho Padre cosa alguna de las mortificaciones citadas, lo decía la referida María y se hacía como si fuese mandato del confesor, porque este lo havía dispuesto de modo que la obedeciesen como a él en estas cosas. Quan hi compareix, Maria Villalba afegeix també alguns aspectes nous de la relació de dominació i del seu paper en el grup: quan ella, diu, havia d’aplicar deixuplines a fra Tomàs, la decía que entonces mandaba ella, y él como hijo havía de obedecer. Quan s’absentava, el religiós deia a tot el grup: Ay se queda María en mi lugar, como madre de todas. Ella mateixa defineix el seu rol dient que mandaba a las demás como theniente de dicho confesor. Ja acabada la declaració, Maria recorda més coses: que una volta la hizo dicho Confesor le pasase la lengua por medio de las dos nalgas, haviendo algo de claridad. Una altra volta, para mortificarse mutuamente, la mordió un brazo, haciendo lo mismo la declarante con él. També declara Maria que un parell de voltes se puso en sus partes secretiores las tenacitas de yerro con dientes, lebantando la ropa, y le parece fue por consejo de dicho Padre Thomás. Al monjo algunes vegades, després de netejar-li las nalgas, li aplicava una disciplina de sangre; després, le enjugó las nalgas con un trapo para que no ensuciase la ropa. Y que la dijo hiciesen todas las referidas lo propio, acabada la disciplna de sangre, unas a otras. Un evident erotisme aflora en les declaracions afegides de Maria: estando echadas en la cama juntas la declarante, Ynés Sales y Manuela Villalba, se disciplinaron unas a otras en la parte inferior y con luz. Que lo que acaba de decir fue sólo una vez, pero que con sola Ynés lo hizo dos o tres veces, y con Carmela Vilar otra vez, todas con luz. ...se disciplinaban todos los días mutuamente. Un dia, fra Tomàs li diu: Yo venía con ánimo de que tú e Ynés me atáseis a un pilar y me dieseis una disciplina general hasta que os cansáseis y corriese la sangre a tierra. Però Maria s’hi havia negat. El mateix dia declara una nova testimoni, Cecília Martí, casada de cinquanta-un anys, tia de Carmela, que demostra no tenir la vena masoquista. Havia rebut de fra Tomàs, en confessió, les mateixes indicacions de la cera, pero que nunca lo hizo. Li mana també tots els dies la disciplina en la parte inferior... como en efecto lo hizo, hasta que de resultas enfermó. També conta com, en confessar que havia pagat el débito coniugal en día de Comunión, la hacía ponerse en la voca una cosa sumamente amarga, y que ignora lo que era. Assabentada de les penitències que la seua neboda Carmela estava fent, així com del secret que particularment en relació a Cecília li havia imposat fra Tomàs a Carmela, decideix anar a un confessor de fora del poble, el qual recomana a Cecília que deixe de confessar-se amb el carmelita, que si estas cosas humeaban, vendría dicho Confesor a parar en la Ynquisición. Podem intuir la influència de Cecília, madura i escèptica respecte a fra Tomàs, sobre el grup de dones i el seu canvi d’actitud, de l’obediència submisa a la denúncia. La darrera tanda d’interrogatoris comença el 6 de febrer de 1787, davant el comissari mossèn Doménec Galindo; la primera en declarar ara és Agnès, que revela encara nous fets que aprofundeixen en el sadomasoquisme; explica que s’aplegaven Magdalena, Manela, Maria i ella en casa seua para hacer la vía crucis, donde se ponían una cruz al ombro... se dexava caer a imitación de quando caió Jesu Christo, en cuias caídas se disciplinavan mutuamente, estando la declarante en la inteligencia de que lo ordenava y disponía assí el dicho religioso por medio de la referida María Villalba. L’escenificació era completada amb una sessió d’assots, al mateix lloc: succesivamente se ataban unas a otras en un pilar, y que allí se disciplinavan, a imitación de los azotes de Jesu Christo. El mateix dia declara Maria Villalba; sembla que les dones s’han posat d’acord per a confessar les penitències del calvari, que fins ara havien silenciat: por consejo del dicho religioso en confesión, empezaron a ponerse unas cruzes al ombro... hacían las caídas... se disciplinavan mutuamente... succesivamente se atavan unas a otras en un pilar, y que assí se disciplinavan unas a otras. També algunes escenes de grup inèdites: una vez Madalena Abad tenía firme a cuestas al dicho Religioso mientras la declarante le azotaba, y que duda si ella después le tomó también a cuestas para que dicha Madalena le azotara. I també un ritual humiliant: Maria i Agnès se ataron con una cuerda al cuello a un pesebre, y que allí comían pan... las dixo en esta ocasión que tomaran por postres el disciplinarse mutuamente. Ítem que reclinada la declarante dos veces sobre las rodillas de dicho Religioso, la dio este dos disciplinas. L’endemà, Agnès, en la ratificació, afegeix l’afer del pessebre; es fa palès que comenten entre elles el que van confessant. I Magdalena declara com fra Tomàs li havia proposat diverses vegades d’assotar-la ell mateix. I li havia recomanat que se apretara con el celicio sus partes verendas, supuesto era por donde se solía ofender más a Dios. Conta també el peculiar i cruel viacrucis de la colla. Segueixen, ja al mes d’abril, un parell de testimonis aïllats, dues dones que havien escapat de la influència de fra Tomàs. En primer lloc, Peregrina Baynat, soltera i filla del mestre d’Artana, de 19 anys. Havia intercanviat deixuplines amb Magdalena, aplicant-seles l’una a l’altra, quasi todos los días en la parte inferior. S’hi havia afegit Maria; també les gotes de cera mútuament, a les cuixes i als pits. Fra Tomàs una volta posà su mano en la parte inferior de la declarante, aunque por sobre la ropa, y la preguntó: Cómo están estas anquetas? Una volta, volent castigar el carmelita Maria per una falta, manà a Peregrina que la diese dos azotes en la parte inferior con la mano, y que no atreviéndose a hacerlo, luego que marchó el confesor, lo executó con las disciplinas. En la ratificació, Peregrina afegeix com Magdalena li havia contat que ella se disciplinaba mutuamente con María Villalba en el desbán de la casa de esta, y dicho padre Thomás estaba a la entrada de dicho desbán, leiendo, i que para la disciplina, se ataban para tomarla. Com que Peregrina volia ser monja, fra Tomàs li recomanava que, si ho aconseguia, buscase una de confianza, y se disciplinase mutuamente con ella. I el darrer testimoni, sor Maria Gertrudis Casanova, monja de la Puríssima Concepció d’Onda, de vint-i-quatre anys i natural d’Artana. Alguna de les dones de la colla havia dit que fra Tomàs havia propinat a Maria Gertrudis, abans d’entrar al convent, una disiplina en la parte inferior y que avía caído en tierra desmayada. Preguntada sobre això, diu que és cert, que fou fa nou anys —quan ella en tenia quinze—, a casa dels seus pares, estando solos los dos en un cuarto, i que fra Tomàs sólo lo executó por castigarla la ynobediencia de averse dado una disiplina sin su consentimiento y aprovación. I conta que no fou l’única, també li havia ocorregut això a quatre dones més, les del grup penitencial. Fra Tomàs no és interrogat pels inquisidors fins quasi un any després, al gener del 1788, i les audiències duraran fins a juny. Explica al principi l’afer de Maria Gertrudis, que ara és monja, la qual le dixo que ella sentía poco las disciplinas que por sí misma se daba, i quería, para padecer más, recibirlas de mano del Confesante, e instó para que se la diese, i ell s’hi negà. Però Maria Gertrudis va insistint, fins que un dia, per «casualitat», retirándose el Confesante para salir a tomar el aire, pasó casualmente por la calle en que vivía María Casanova, ella el fa entrar i torna a pregar-li, i a pura insistència, viendo las instancias de esta muger, se convino en que entrasen en un quarto obscuro, i allí con unas disciplinas de yerros con puntas le dio siete u ocho azotes, según le parece en la parte posterior, pues el confesante ni vio cosa alguna ni llegó con sus manos a tocar la muger, i al instante se salió i marchó. En següents declaracions, fra Tomàs va contant la seua versió dels fets; no se’l pot acusar de diminut, ja que no amaga res als inquisidors. Reconeix que manava deixuplinar- se les seues filles de confessió, i que si por ventura dándose disciplina se advirtiesen algunos cardenales en las nalgas, no por esso las suspendiessen, sino que continuasen dándose con fuerza para más padecer. Quant als assots col·lectius, diu que estaba algo separado i no pudo ver a estas mugeres quando se pegaban, aunque oía mui bien los golpes. Nega, això sí, haver manat que es posaren cera cremant a las partes verendas, es enteramente falso. Més tard, en una altra declaració, referint-se a Tomasa, reconeix que pudiera suceder que fuese cierta su relación, aunque el confesante no conserve de ella la más remota especie. També nega fra Tomàs haver-les manat que s’estiraren de los pelos de sus partes verendas; després matisa que sí ho havia fet, però fora de confessió. Relata com va començar la història de les tenalletes de ferro; estant un dia amb les tres germanes Mechó, viendo sobre la mesa unas tenacitas de hierro con dientes, preguntó a la mencionada Antonia si tendría valor para llevar aquellas tenacitas i padecer por Dios el dolor que causaban, i como esta dixese que sí las llevaría, el confesante las tomó i diciéndola si quería probarlo... el confesante, a tiempo que la otra hermana estaba algo separada, la hizo apartar un poco el pañuelo, i descubriéndose una meajita los pechos, aplicó en ellos por un breve instante las tenacitas. Respecte a Tomasa Mechó, diu que és mui eficaz e impertinente, i que era ella qui volia que li permetera fer els vots. I que fou ella qui es descobria, ella misma por sí sola i sin resistencia ninguna se levantó las ropas por la parte posterior, i el confesante por un brevíssimo rato vio sus carnes i el daño. En una altre moment, reconeix el monjo que havia ajudat a levantar con su mano las ropas de la dicha Tomasa por la parte posterior, previniéndola antes que no llevaba otro fin que el de ver dicho mal, i no advirtió el confesante repugnancia alguna de parte de la referida Tomasa. Sobre Agnès, la versió del carmelita és diferent: un dia, diciendo ella que tenía mucho frío, la dixo que se calentase a la lumbre, i ella por sí, sin que el confesante la ayudase ni menos viesse sus carnes, se levantó la ropa por detrás i se puso a calentarse. Reconeix haver manat a Carmela, com a penitència pel pecat d’haver pagat en dia solemne el débito coniugal, que després de combregar, en su casa se diese una disciplina en la parte anterior, con todo recato i a sus solas, para ofrecer a Dios aquel trabajito de dolor. Quant a Maria Mechó, la germana de Tomasa, diu que es mui falso que el confesante interrumpiese las confesiones de esta muger con las indecentes curiosidades de que se le hace cargo, antes por lo contrario era ella tan impertinente i porfiada en querer hablar de estas cosas que el confesante no sólo procuraba impedírselo por todos medios, sino que también le aconsejaba que se confesase con otro. També assegura fra Tomàs que ella se levantó voluntariamente la ropa i el declarante vio la parte posterior... advirtió que se apartaba a un lado el delantal, sin duda para enseñar al confesante el daño que le havía causado la cera en los muslos. Pel que fa a la dinàmica penitencial del grup, fra Tomàs nega haver delegat cap poder en Maria, la Santa: es cierto que por medio de María Villalba las ha comunicado a las otras sus penitentes algunos de los consejos... pero jamás las ha dicho que era Directora, ni que la obedeciessen en tales cosas... encargaba a sus penitentes que accediesen a casa de María Villalba porque sabía leer mui bien i tenía en casa varios libros de devoción i podía algunas vezes, sin dexar las otras su trabajo, leerlas alguna cosa buena... sabía mui bien la doctrina cristiana, i las demás sus penitents estaban por el contrario mui atrazadas, i las era sumamente necesario que María Villalba las hiciera el favor de enseñarlas. Confessa el religiós haver rebut assots de les dones, tras de un pilar, i levantándose sus ropas por la parte posterior, i dexándose caer los calzoncillos blancos, Carmela Vidal la primera le dio sobre sus carnes una fuerte disciplina, i succesivamente María Villalba hizo lo mismo, quedando de ella el confesante mui lastimado, por ser las disciplinas de hierro i tener puntas, con las que mui pronto se sacaba sangre... entrava bastante luz para que las dichas mugeres pudiesen ver distintamente sus carnes. Sobre Maria, fra Tomàs explica l’escena copròfaga: el querer tomar los orines de la referida María Villalba no fue pretexto ni curiosidad libidinosa, sino querer provar aquel remedio para alivio de las tenacíssimas tercianas que padecía, del qual havía oído que a un hombre que lo havía practicado havía obrado el efecto de quitárselas, i al confesante se le fueron también con efecto, aunque no sabe si fue por virtud suia o disposición de su naturaleza. També afirma el monjo que es cierto que por dos vezes a obscuras lamió las nalgas de María Villalba estando en su casa, i que una vez le puso en ellas las tenacitas de hierro... i que a ruegos de ella le dio las disciplinas secas. En una ocasió, diu, aquesta dona havía dado al confesante una disciplina en la parte inferior. En una altra, apartando un poco el delantal por delante, hizo el confesante ademán de quererla tirar de los cabellos de sus partes, pero está cierto que no lo executó, ni las vió ni las tocó, retraiéndose de ello no por temor de que ella le sintiese demasiado, sino por el de ofender a Dios. En una declaració posterior, responent l’acusació fiscal de haver lamido las nalgas a su confesada María Villalba, diu que haciendo más reflexión le ha ocurrido que en aquella misma ocasión i por un breve instante, tocó con su lengua la parte posterior de dicha María Villalba. També recorda ara que sí, que la dicha María Villalba una vez pasó su lengua por medio de las nalgas del Confesante. En la rèplica a l’acusació, el confessor torna a explicar l’escena escatològica amb Maria: No se acuerda de haverla dicho la expresión de “Si no uno, otro”, sino sólo de haverla dicho que hiciera lo que pudiera; tampoco hace memoria de que hubiese luz, i está mui cierto que no vio cosa alguna de quanto se practicaba, porque tenía los ojos cerrados, i no los abrió hasta después que ella se fue. Reconeix fra Tomàs haver comunicat a les dones el seu desig de patir martiri lligat, que si fuera muger como ellas o ellas fuessen hombres como él, permitiría que le atasen a un pilar i le diessen una disciplina tan grande que le corriese la sangre en tierra, i aun que le hiciessen saltar la carne a pedazos, aunque no tubo efecto por ser personas del otro sexo, no porque el confesante no tenía valor i ánimo para sufrir semejante mortificación, pues le havía inflamado mucho el haver leído un caso semejante en la vida de san Juan de la Cruz, que siendo Provincial, se hizo atar a un árbol i azotar cruelmente. Al capdavall, diu que havia manifestat a les dones sumos deseos de que succesivamente una tras otra le pagassen disciplina hasta que se cansassen, i no se dexó esta diligencia por recelo de que viniese alguno... sino por el que el confesante justamente tenía de que viniesse a dichas mugeres algún mal pensamiento. La distància entre el sadomasoquisme penitencial i l’excitació sexual és mínima, llegim entre línies en aquest paràgraf del confessor. Pel mes de maig, fra Tomàs sembla ja una mica indignat del procés judicial a què és sotmès; en una resposta al fiscal, diu rotundament que jamás ha tocado a ninguna muger por delante, ni ha visto cosa alguna, sino el daño que tiene indicado de la cera en los muslos, ni sabe lo que es muger, ni ha intentado con ninguna cosa desonesta. Torna a explicar el seu desig masoquista de martiri, i si lo dexó fue porque el confesante receló que por ser personas de otro sexo podían tener algún peligro en ver su desnudez. I admet també ara haver patit una singular penitència, a casa de Maria: se puso el confesante reclinado sobre las espaldas de Magdalena Abad, i estando a obscuras en esta situación, María Villalba le dio una disciplina de sangre, i le parece que Magdalena Abad hizo lo mismo, recostado sobre las espaldas de María Villalba. I, una de les darreres confessions de fra Tomàs, reconeix finalment haver estirat dels pèls púbics de Maria Villalba: le ha venido de nuevo a la memoria... estando el confesante una tarde en casa de María Villalba i a solas... se tomó la libertad de decirla que si le permitiría, para tener algún dolor, que el confesante le tirase de los cabellos de sus partes, i advirtiendo que no lo repugnaba, sino que antes bien le manifestó que bien podía, le metió su mano por debajo del delantal i por la abertura de sus guardapies, i efectivamente le llegó a tocar dos o tres pelos, que no pudo conocer si eran de sus partes verendas o de más arriba... no tubo fin siniestro ni malos pensamientos ni usó de ninguna persuasión... conoció luego que se había expuesto a grande peligro i fue desde luego a confesarse. La sentència, emesa el 30 d’agost del 1788, el condemna a abjuració de vehementi —únic cas al nostre corpus—, privació perpètua de confessar homes i dones, i també de predicar i dirigir ànimes, així com desterrament per vuit anys, el primer dels quals reclòs al convent de carmelites de Saragossa, per suggeriment del seu provincial.